La Neutralidad de la Red, uno de los conceptos fundamentales para el florecimiento de Internet, va a estar en revisión, y bajo ataque, en el mes de febrero. En esos días se espera un anuncio de la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos (FCC por sus siglas en inglés) sobre este tema, y aunque a primera vista el asunto parece interno, las implicaciones de un cambio de reglas son globales.

Google anunció que 2015 no será el año del lanzamiento comercial masivo de sus gafas de realidad aumentada, Google Glass. Los resultados de una prueba controlada al parecer no son del todo buenos,  y esto se juntó con un rechazo social a un equipo de cómputo que se pone en el rostro. Al final, Google hace una retirada estratégica, entre las opiniones de los profetas del desastre que se sienten reivindicados  y la burlas de los competidores. Al final, los libros de historia pueden hablar de la revolución que no fue, al menos por el momento.

Mucho se ha hablado sobre el impacto que han tenido la tecnología digital y las comunicaciones en la sociedad y en estas mismas páginas he comentado y me he burlado de la forma en que los políticamente inmaculados, las buenas conciencias y algunos despistados se desgarran las vestiduras y quisieran limitar a las compañías más innovadoras, y algunos, en su mayor momento de indignación, han deseado matar Internet. En mi opinión solo hay una cosa que se puede reprochar a la tecnología digital: ha fallado miserablemente en proporcionarnos más tiempo libre y permitirnos trabajar menos.

Año nuevo y quejas conocidas, y toca ahora el turno al New York Times, de despotricar en contra de la tecnología digital y de comunicaciones. El muy "progre escritor" pide pruebas de que estamos en medio de una transformación económica y en esta ocasión le doy una respuesta. Todo esto enmarcado en medio de la indescriptible tragedia en Francia y en el periódico Charlie Hebdo. Si toda esta semana, Je sui Charlie.

Después de dos años se terminó el período de gracia de Marissa Meyer al frente de Yahoo. La esperada reinvención de la firma no ocurrió, tampoco crecieron los ingresos y simplemente no se percibe un futuro como una empresa independiente. Los mismos inversionistas activistas que llevaron a Ms Meyer, están inquietos y soplan vientos de cambio, una vez más, por esos rumbos.