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lunes, 3 de junio de 2013

No todos los creativos son iguales, pero hay unos más iguales que otros

Vacuus Finium se extiende a Twitter, para comentarios espontáneos durante el día, me pueden seguir en @vacuusfinium.

Siguen apareciendo indicios de que se está incubando una corriente de pensamiento en contra de las innovaciones tecnológicas asociadas a Internet y las comunicaciones electrónicas. En la prensa se está hablando ya de una "epidemia de ansiedad" entre los trabajadores de Estados Unidos, en dónde una gran mayoría está trabajando muchas horas, y vive continuamente preocupada por perder su trabajo. Por cierto, en este país disminuyeron una vez más los salarios promedios. La desigualdad entre los ingresos más altos y los menores, es la mayor desde la era de la Gran Depresión, y ya sabemos todos como terminó.

Hay motivos para estar preocupados, pero no deja de ser llamativo que el principal acusado de esta "epidemia de ansiedad"  es el auge de las tecnologías móviles. De acuerdo a algunos expertos, y otros no tanto, los llamados trabajadores de cuello blanco, están atrapados en un ambiente laboral de 24 horas, los siete días de la semana. La separación que existía entre un ambiente personal-familiar simplemente se ha borrado, y hay por ahí alguna estadística que dice que los dueños de teléfonos inteligentes, los revisan más de 100 veces al día. Al parecer demasiada conectividad mata.

Evidentemente, esta epidemia de ansiedad, está generando una industria de "expertos", prestos para auxiliar a los supuestos enfermos. Abundan las fuentes para  consejos para dormir mejor, dietas y suplementos alimenticios y las listas de los mejores hábitos para  todos los grupos demográficos. Dentro de esta última categoría, aquelos que aconsejan simplemente desconectarse, están creciendo en número y popularidad.

Así es, el nuevo símbolo de estatus, es vivir desconectado de Internet, y todo lo que trae aparejado: correo electrónico, redes sociales, noticias inmediatas y un largo etcétera. Sobre este línea de pnesamiento, no es de extrañar que ya existan algunas voces que quieren ser más radicales! Ya ya me tocó leer el primer artículo , que se pregunta ¿Estaríamos mejor si no se hubiera inventado Internet?

En primera instancia, sería fácil descalificar este artículo, ya que está escrito por el comediante norteamericano Tom Green, producto de esa cuna de intelectualidad profunda que es el canal de televisión MTV. El artículo añora los tiempos pasados, que por definición siempre son mejores, y recuerda su infancia y adolescencia, con tiempo para recorrer el campo y alejarse de las presiones del ambiente escolar. Por supuesto también en esta idílica era, no existía la destrucción masiva de empleos para una masiva clase media. Discutible, pero me parece que es una buena muestra del zeitgeist.

Pero si bien, insisto es tentador burlarse de las credenciales de Tom Green ( mejor ni hablamos de MTV), no se puede hacer lo mismo del futurista y tecnólogo Jaron Lanier, quien llega a algunas conclusiones similares en su libro "Who owns the future". Lanier es claro, el ascenso de las tecnologías digitales y de comunicaciones electrónicas, están produciendo un transformación en la economía, que es tan profunda como la revolución industrial. En opinión de Lanier, simplemente la transformación tecnológica, ha dejado obsoleto al marco legal.

Para Lanier, las nuevas tecnologías simplemente han desaparecido a la clase media y sus empleos, pero también ubica en el campo de "los perdedores" a algunos miembros de la clase intelectual, como escritores,  periodistas y músicos. Y en un pronóstico pesimista, inclusive hasta los médicos deben de preocuparse ante el surgimiento de programas de inteligencia artificial. No hay muchos elementos en el libro de Lanier; para ser optimistas. ¿No esperábamos que el futuro sería mejor? 

Dentro de este tono pesimista y  anti-tecnológico, se inscribe la editorial de la edición de junio de la revista Harper's. Si siempre me he burlado de que la revista Forbes es el bastión del capitalismo provinciano, Harper's es la casa de la izquierda exquisita norteamericana, aquellos a los que el escritor Tom Wolfe, llamó "radical chic".  Para dar una idea del contenido de Harper's y su audiencia objetivo, el artículo principal de la edición de mayo, fue un reportaje de fondo al interior de la industria de la carne, con todos los detalles grotescos que se pueden esperar.

De hecho el puesto de editor de Harper's es de prestigio en el mundillo intelectual norteamericano, y su mensaje mensual tiene gran importancia. En los últimos tiempos, ya se había convertido en rutina que la editorial se dedicara a alguno de los siguientes habituales: el Partido Republicano, los grandes consorcios mediáticos, el complejo industrial militar, la derecha religiosa. Pero este mes, la candela le toca a los supuestos innovadores del mundo de los negocios.

La editorial hace una revisión, muy sarcástica por cierto, de varias obras sobre creativida e innovación en el mundo de los negocios. Simplemente la descalifica como un género repetitivo, que recicla varios casos de la vida real muy conocidos y que simplemente crea una industria que va dirigida a hacer sentir bien a una élite, que está en la punta de la pirámide y que está progresando gracias a la destrucción del bienestar de la base de la pirámide y el blah blah blah, que se debe esperar en estos casos. Fácil de descalificar, si fuera un hecho aislado. Pero insisto, me parece que se está construyendo una corriente de opinión en contra de la innovación tecnológica. Por cierto el contenido del ejemplar de la revista más reciente, no se puede consultar en línea.

Por cierto, y en algo totalmente relacionado, el diario británico The Guardian, trae en su primera plana el desagrado que está produciendo entre algunos habitantes de San Francisco, la llegada de sus nuevos y prósperos vecinos que trabajan en Google, y que se trasladan en unos elegantes y cómodos autobuses privados, y se evitan la molestia del tráfico de la zona, y por supuesto de cualquier transporte público. Insisto, como hecho aislado no sería más que una anécdota, pero cuando se escriben varios hechos similares en una hoja de papel, surge un patrón.

Algunas reflexiones:

  • Tal vez el cambio económico, está siendo demasiado dramático y demasiado acelerado, pero no veo como se pueda controlar. Me parece que a final de cuentas, se puede decir, " que el que legisle pierde". Simplemente vivimos en un mundo demasiado conectado, y el que quiere participar de forma condicionada , se queda fuera.
  • La añoranza de épocas pasadas, simplemente es , a lo más, una plática agradable pero no cambia el sentido de las cosas. cientos de años después, todavía hoy se pueden ver artículos que añoran los procesos artesanales.
  • Pero de la añoranza de las épocas doradas a la acción física inmediata hay poca distancia. En la revolución industrial los Luddistas se dedicaban a destruir telares automatizados. La evidencia empírica, muestra que sus intentos no llegaron muy lejos.
  • De cualquier forma, y pesar de las experiencias de la historia, va a existir la tentación de imponer algún tipo de regulación. Ya mencioné que en Francia se explora cobrar un impuesto de 1% sobre el precio de venta de tablets y teléfonos inteligentes para compensar a los autores francófonos,  de todo tipo, por las pérdidas económicas que les produce la distribución digital de contenido. ¿Será suficiente para protegerlos de una competencia global acelerada? Yo creo que no.
  • Así es, uno de los efectos económicos de la era digital y de comunicaciones electrónicas, es la existencia de una hipercompetencia global, En 2013, un músico además de enfrentase a sus contemporáneos, está compitiendo con toda la música grabada de la historia, que está disponible a un " click de distancia".
  • Un periodista profesional, está compitiendo, con una masa anónima de "periodistas ciudadanos". Además pretende vender su trabajo en un medio, el periódico, que no es otra cosa que "las noticias de ayer". Con esto en contra, verdaderamente necesita ser excepcional en su trabajo.
  • Pero si puede resultar muy evidente, que los contenidos intelectuales, son susceptibles a la disrupción ocasionada por la distribución digital, la producción de bienes físicos no está exenta. Está circulando. Un documental que se llama "Detropia", que muestra la total decadencia de la ciudad de Detroit, que pasó de ser el centro urbano de mayor crecimiento en Estados Unidos, a una ciudad en proceso de contracción. Rompe el corazón ver el recorrido de edificios, que alguna vez fueron monumentales, totalmente vacíos.
  • De igual manera es muy difícil de explicar la existencia de zonas completas con viviendas abandonadas, que van a ser destruidas, a costa del gobierno municipal. ¿Qué plaga bíblica obligó a sus moradores a salir huyendo? Si los automóviles fueron el motor económico del siglo veinte, y Detroit era su centro industrial, ¿Qué pasó aquí? 
  • Como parte del documental, se muestra la triste situación, de los miembros del Sindicato de trabajadores de la industria automotriz (UAW, por sus siglas en inglés). Triste ver como recuerdan las épocas de bonanza y más triste ver como se va desvaneciendo su presente. Difícil de creer que alguna vez Detroit fue uno de los centros económicos del universo.
  • Aunque puede sonar a un análisis muy simple, la bonanza de Detroit se produjo en un ambiente de economía cerrada, tanto por limitaciones tecnológicas como ideológicas. En un mundo de la Guerra Fría la existencia de un polo industrial como Detroit era totalmente lógica. En el momento en que el relajamiento de la ideología se combinó con el auge de las comunicaciones, dejó de tener sentido la producción de automóviles en un punto concentrado, cuando se podían buscar mejores condiciones globales. Por cierto, los miembros del UAW no ayudaron a su causa, pero tampoco podían hacer mucho, ya que están en una lucha desigual contra una corriente económica global.
  • Los más desalentador del mensaje de "Detropia", es que no se trata de un caso aislado, y más  que ser una mala historia, parece ser un patrón emergente. Se puede entender la epidemia de ansiedad, y no creo que  las cosas terminen ahí.
  • Existe una alta posibilidad que mientras escribo estas notas en un vuelo entre la Ciudad de México y San Francisco, el sindicato de trabajadores de la industria de la hospitalidad en las Vegas, hayan declarado una huelga, al terminarse su contrato colectivo. Negarle un martini a un visitante a esta ciudad, es un torpedo directo a la línea de flotación del sueño americano.
  • La misma inquietud existe en otras industrias, como la de ventas al detalle y comida rápida. Antes de subirme al avión, alcance a ver de reojo en un periódico, que ayer fue un día de protestas en Europa, en contra del modelo económico vigente. Todavía no hay pancartas que digan "Google Buses para todos", pero tal vez es cuestión de tiempo.
Y hablando de la capacidad de desconectarse, veo con sorpresa que el avión en el que estoy viajando, cuenta ya con una oferta de conexión a Internet. En realidad no se el precio, ni me interesa saberlo, ya que los aviones son el último refugio para desconectarse del mundo.

El aburrido e incómodo espacio de un avión, es uno de los pocos lugares aislados para pensar, leer o simplemente dormir. Al menos en esta ocasión voy a ignorar el canto de las sirenas inalámbricas. Esta nota se está editando de forma local en un iPad, y ya habrá oportunidad de darle la edición final y publicarla estando en tierra.

Postadata I Los sonidos de Vacuus Finium


La recomendación de hoy es la grabación de 1962 "Free Jazz" de Ornette Coleman y su Double Quartet. Aunque hoy en día, es un adjetivo que se usa muy a la ligera, de esta grabación si se puede decir que cambió la historia del jazz, y que fue totalmente cismática en la comunidad. Simplemente, se ama o se odia, pero es imposible de ignorar. En su tiempo la revista especializada Down Beat, le dio una calificación de cero y la catalogó como "basura" . Algunos aficionados veteranos, simplemente empiezan a lanzar al aire golpes con su bastón, cuando se les menciona la obra.

¿Qué hizo Coleman para generar esta reacción? Como un compositor no ajeno a las controversias, por su uso avanzado de la armonía y la improvisación, simplemente decidió llevar los conceptos al extremo, y durante 37 minutos dos cuartetos (bajo, batería, trompeta y saxofón), improvisan al mismo tiempo, aunque parten de un tema común marcado por Coleman. Entenderla plenamente toma tiempo, pero es un esfuerzo recompensado.

Se ha acusado a Coleman de intelectualizar el jazz y de hacerlo muy complejo para el escucha común ( aunque nadie define que es esto). Los inquisidores dicen que a principios de los años sesenta, el jazz era sinónimo de una música refinada pero popular al mismo tiempo, pero que la improvisación a ultranza propuesta en esta obra, la confinó a una élite. Algunos exaltados, inclusive hablan de una conspiración racista, para restarle atractivo popular a los artistas afroamericanos. Para la historia queda que en los primeros años de su carrera, Coleman fue agredido físicamente por espectadores molestos con su música.

Sin duda el jazz no es el mismo después de la aparición de "Free Jazz", pero como entusiasta seguidor del género que creo, me parece que es la evolución natural de la música, y que más que ser un género hermético y oscuro, es una corriente viva y vibrante, de la que estarán escribiendo los críticos de jazz del año 2050. Está disponible en iTunes.

Esta semana estoy lejos de los Vacuus Finium WWHQ, por lo que este será el único posting de la semana.

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