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miércoles, 5 de diciembre de 2012

La revolución no será televisada y tampoco se va a leer en el periódico, de papel

Vacuus Finium se extiende a Twitter, para comentarios espontáneos durante el día, me pueden seguir en @vacuusfinium.

Continuando con la revisión del reporte del "Estado de Internet" de la prestigiada analista Mary Meeker, hoy quiero hablar sobre como el cambio tecnológico y su efecto en el modo de vida de las personas está alterando y amenazando la existencia de industrias establecidas, que inclusive habían existido durante cientos de años. Toca revisar el triste caso de la prensa escrita.

De entrada creo que la importancia de la prensa escrita no necesita de muchas explicaciones ni grandes presentaciones. Simplemente me parece que es un símbolo de la modernidad y su calidad tiene una clara relación con el vigor democrático de la sociedad en la que está. Inclusive la mala prensa escrita, como la de los regímenes totalitarios es un claro indicador del ambiente en que se desarrolla.

El modelo de negocio de la prensa escrita es sencillo: se agrupa información de forma impresa y el lector tiene que pagar por recibir su copia física. Este pago cubre los costos del medio impreso y ayuda en los costos de producción de la información. El verdadero secreto del modelo de negocio radica en que se puede incluir publicidad en las páginas, y en la parte más rentable del periódico hay una sección completa de publicidad dirigida al "hombre pequeño", es decir la sección de anuncios clasificados. Las utilidades de los periódicos provienen de estas fuentes.
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Adicionalmente por el tipo de información, es relativamente sencillo segmentar el mercado de sus consumidores, lo cual es miel sobre hojuelas para los anunciantes. Un periódico como el NY Times con análisis profundos y una alta calidad en su producción atrae a un lector de altos ingresos, al tiempo que un tabloide infame como los que han hecho famoso a Rupert Murdoch atrae un público de menores ingresos y otros gustos. Esta definición y modelo predecible, lo adoran los publicistas. Durante décadas existió orden en el mundo de la prensa escrita y esto se reflejó en el crecimiento de ventas.

Pero Internet llegó a descomponer este orden, aparentemente perfecto. Primero la sección de anuncios clasificados fue literalmente destruida por el sitio "Craiglist", que ofrece un servicio similar, pero sin limitaciones geográficas. Después la información se hizo literalmente gratuita, ya que se podía conocer una noticia antes de la aparición de la edición del día siguiente. En algún momento, se pensó que los ingresos publicitarios que se generarían con una mayor audiencia compensarían con creces.

Por ejemplo en su mejor momento la circulación diaria del NY Times debe haber rondado los dos millones de copias diarias. En algún momento se pensó que un medio tan prestigiado podría recibir decenas de millones de visitas diarias, de lectores distribuidos en el mundo y ávidos de tener acceso a su material, de primer nivel. Este modelo no se ha materializado.

  • Los ingresos generados por la publicidad en línea no han compensado la caída de ingresos por otras fuentes. Se acaba de dar a conocer una estadística fantasmagórica: por cada centavo de ingreso por publicidad en línea, los medios impresos pierden 13 centavos de ingresos por publicidad convencional. No hay negocio que soporte esta sangría.
  • La perfecta y predecible segmentación de mercado que amaban los anunciantes, simplemente desaparece en línea. Antes se tenía una razonable certidumbre que los dos millones de lectores diarios del NY Times cubrían un perfil demográfico. Hoy en día lo único cierto es que los visitantes diarios a nytimes.com corresponden a un cocktail de demografías y nacionalidades.
  • También ha desaparecido la fidelidad de un lector hacia su periódico favorito, ya que hoy en día es posible consultar cualquier medio de cualquier país. Inclusive hasta el más sofisticado lector del NY Times que en el pasado no se atrevía a ver los tabloides más que de reojo en su estanquillo predilecto, hoy puede revisarlos, en especial la legendaria página 3 de los tabloides británicos, con toda calma en la tranquilidad de su tablet.

Ante el fiasco de la publicidad en línea, algunos medios han coqueteado con la idea de cobrar por permitir el acceso a su información. Salvo los medios especializados como el Wall Street Journal y el Financial Times, todos aquellos que lo han intentado han fracasado estrepitosamente. En su primer intento el NY Times suspendió el experimento a las 6 semanas, ya que obtuvo una respuesta raquítica por parte del mercado. El que esto escribe está en la lista de los cuarenta mil tontos que pagaron su suscripción para jamás recibir un reembolso.

El NY Times ha regresado a las andadas, pero todo indica que el modelo de negocio no está funcionando. Esta semana anunciaron una nueva ronda de despidos entre su plantilla de periodistas. Y no son los únicos. Medios de gran prestigio internacional están viviendo situaciones similares: Der Spiegel de Alemania, El País de España y  The Guardian de  Inglaterra también están recortando su plantilla laboral. La edición alemana del Financial Times cerró esta semana.

¿Qué pasó con la prensa escrita? Simplemente está siendo víctima de un cambio tecnológico que ha cambiado la forma de vivir de sus lectores, al tiempo que los medios se aferraron al pasado.

  • Hoy la información viaja con mayor velocidad, y el consumidor moderno vive de prisa. La edición matutina de cualquier periódico, contiene pocas novedades, ya que la mayor parte de su información se conoce desde el día anterior. Los reportajes de fondo no son suficiente atractivo, para este consumidor en movimiento constante.
  • La prensa escrita está aferrada al medio físico que le dio éxito y riqueza en el pasado. El consumidor moderno, de acuerdo a Meeker, disfruta la experiencia pero no necesita los activos físicos. Con una tablet se pueden leer siete periódicos internacionales diariamente, cosa imposible de hacer con un periódico impreso. Además estos últimos ensucian las manos.
  • El mismo modelo de suscripción está aferrado al pasado, ya que en los precios tratan de no canibalizar las ventas del impreso. La suscripción digital del NY Times cuesta 240 dólares anuales, lo cual es aproximadamente 30% menor a la de la suscripción impresa. Steve Jobs les sugirió vender la suscripción en 60 dólares anuales. No se que tan indicativo sea, pero no hay manera sobre la tierra que pague 240 dólares por una suscripción al NY Times, y vaya que me gusta. Al precio de 60 dólares, ya tendría dos años como suscriptor. ¿Seremos millones, a nivel global, los que estamos en esta situación?
  • En su desesperación la industria de los medios impresos está buscando cobrarle a los motores de búsqueda por Internet una regalía por hacer referencia a sus artículos. Prácticamente los principales países europeos están considerando promulgar leyes en este sentido.
  • Los medios brasileños, en un alarde de autoestima, tomaron la decisión de prohibir a Google hacer referencia a su material. Las carcajadas en las oficinas de Mountain View todavía se escuchan y la situación de la circulación de estos medios no se ha movido un centímetro. Cierto es que los medios brasileños solo importan en Brasil.
  • También en su amor al medio físico de distribución hay algunos medios que piensan que pueden salvarse con aplicaciones para tablets. No hay un solo caso de éxito conocido y esta semana el experimento de Rupert Murdoch de producir un periódico para iPad con un precio de suscripción de un dólar a la semana, llegó a su fin. Por bueno que haya sido el material de Murdoch, compite contra todos los periódicos del mundo que hoy se pueden leer gratis. Otro fracaso digital para Murdoch.
La misma disrupción tecnológica que está aniquilando a la prensa escrita está dando lugar a medios informativos digitales que están cubriendo con creces el hueco que dejan los periódicos tradicionales. Y son justamente los grandes blogs como Hufftington Post y Business Insider que han nacido con una estructura informativa y de costos acorde a la nueva época.

Durante un tiempo de mi vida disfruté mucho el ritual de levantarme temprano en domingo para comprar una o dos ediciones dominicales, que leía con total detenimiento. Hoy en día lo sigo haciendo, pero no hay mucho papel de por medio pero sí una tablet, lista para pagar por suscripciones con estructura de precios razonables. ¡Buen viaje camaradas!

Postdata I Los sonidos de Vacuus Finium

La recomendación de hoy es la grabación de 1969 "Songs for a tailor"del contrabajista británico Jack Bruce. Aunque formalmente es un disco de rock, el disco contiene diez composiciones con arreglos inteligentes que hacen referencia al blues y al jazz. Para los amantes de la trivia participa George Harrison, de los Beatles, con un seudónimo.

Jack Bruce fue estudiante del Royal Academy y se dio a conocer en la escena del blues británico de principios de los años sesenta. Alcanzó fama internacional con el trío de blues-rock Cream al lado de Eric Clapton, tímido muchacho en esos años y el volátil baterista Ginger Baker. Cuando Cream se disolvió se pensaba que Bruce era el llamado a alcanzar el estrellato.

"Songs for a tailor", primer disco solista de Bruce, parecía confirmar esta sospecha. Sin embargo, el carácter difícil de Bruce le impidió alcanzar gran popularidad. "Songs for a Tailor" está considerada su obra maestra y pertenece a la categoría de "grandes discos perdidos", aunque existen aproximadamente veinte grabaciones bajo su nombre. 

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