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jueves, 10 de mayo de 2012

Los suspiros de un antiguo monopolio


Sin duda debe ser difícil la vida para un monopolio, una vez que pierden este privilegio. Pasa de tener amplios márgenes,  dormir sin preocupaciones y el privilegio de ignorar a los clientes y las tendencias tecnológicas, a vivir a salto de mata y sin infundirle temor a nadie. En especial esto último ha de lastimar su autoestima.

Uno de los monopolios más emblemáticos del siglo XX fue el de la industria de telecomunicaciones, que disfrutó años gloriosos de crecientes utilidades. Este monopolio se produjo principalmente por la dificultad que implica construir redes masivas de telecomunicaciones, ya que se requiere dinero, abundante mano de obra y mucha paciencia. Al nacimiento de esta industria los estados tomaron la decisión de otorgar a los particulares concesiones protegidas de la competencia, o simplemente tomar la propiedad de la empresa. Independientemente de la forma, para el consumidor el resultado era el mismo: estaba cautivo. El único que disfruta un monopolio es el dueño del monopolio.

A medida que fue creciendo el uso de las telecomunicaciones, estos monopolios se convirtieron en frenos para el crecimiento económicos y eventualmente en todo el mundo ( a excepción de esos baluartes de la necedad y el sinsentido que son Cuba y Corea del Norte), se ha producido una desregulación de esta industria y, al menos en papel, los monopolios ya no existen. Ahora existe una amplia competencia entre las diferentes compañías que han surgido y esta desregulación ha sido muy buena, ya que ha fomentado la innovación y la utilización de nuevas tecnologías. En la mayoría de los países y para una buena parte de la humanidad, existe una razonable disponibilidad y variedad de tecnologías para comunicarse.

En este aparente panorama de beneficio colectivo, hay un grupo que no está contento y viven rumiando su desgracia, adivinaron bien: son las compañías de telecomunicaciones. Aunque estas empresas siguen siendo rentables, no hay comparación contra los años de gloria. Al mismo tiempo el ambiente de alta competencia ha metido a estas compañías en una carrera de inversiones, que parece no tener fin. Yo se que parece contraintuitivo, ya que en teoría las empresas de una industria deberían estar felices de tener una alta demanda de sus productos y crecer para satisfacer a los clientes.

El problema de fondo de la industria radica en que su crecimiento y modelo de rentabilidad estaba sustentado en la administración de la escasez. Para ponerlo claro, cuando había una reducida infraestructura de comunicaciones, podían extraer márgenes inimaginables. Y evidentemente fueron muy cuidadosos en ir administrando esta escasez, la infraestructura de telecomunicaciones no crecía al ritmo de la economía. La casi libre competencia que existe, rompió este esquema de administración de la escasez a un modelo de abundancia de oferta. Hoy para contratar cualquier servicio de telecomunicaciones, existen varias compañías compitiendo entre si, y salvo particularidades de cada país, los consumidores se han beneficiado, ya que hay una continua mejora de las ofertas y algo demostrable es que costo del megabit se ha desplomado, al igual que el costo de las llamadas.

Y la gota que colmó el vaso de las compañías de telecomunicaciones es Internet, ya que en sus medios viajan servicios que son más rentables y de los que no están en posición de extraer beneficio alguno. Un ejemplo sencillo es el servicio de búsqueda con Google, ya que esta compañía recibe más ingresos que los facilitadores de las comunicaciones.

Y para agregarle sal a la herida, el desarrollo de estos servicios ha obligado a las compañías telefónicas a aumentar el ritmo de sus inversiones, simplemente para mantenerse competitivo. Aquí el ejemplo es muy sencillo: pensemos en un instante en el tiempo en que en un calle solo hay dos casas, con un contrato con la misma compañía. Cuando los servicios de Internet no eran muy demandantes en ancho de banda, la compañía telefónica podía hacerlos compartir infraestructura y sacarle más jugo a sus inversiones. 

¿Qué ocurre si ambos vecinos deciden contratar Netflix al mismo tiempo y por mala suerte deciden ver películas al mismo tiempo? Bueno simplemente ambos van a exigirle a la compañía que cumpla con el servicio prometido, se acabó la holgura, hay que invertir en infraestructura y por cierto no pueden aumentar el precio. Esta es la razón por la que las compañías odian a Netflix, y si a Netflix le sumamos Youtube, youporn y lo que se les ocurra, entendemos su rabia y porque añoran regresar a administrar la escasez.

Como buenos monopolios su primera reacción ha sido lloriquear a los cuatro vientos y pedir la protección de las leyes, y lo que buscan es una forma de cobrar de forma diferenciada el diferente tráfico de Internet que hay en sus medios. Afortunadamente, se ha protegido el concepto de "neutralidad en la red", que no es otra cosa que impedir por medios legales esta diferenciación. En realidad el asunto no es poca cosa, el cobro diferenciado del tráfico sería un freno considerable a la innovación y el desarrollo tecnológico. No se puede pensar en un desarrollo como  Instagram, para compartir imágenes en red, si los creadores y usuarios viven con terror de su factura de telecomunicaciones.

Publica el NY Times, una nota que es escandalosa ya que se trata de un abierto desafío a la neutralidad de la red y es una evidente prueba a la determinación de las autoridades norteamericanas. La historia es simple, y por lo mismo da miedo: la cablera Comcast proporciona servicios tradicionales de televisión restringida y también ofrece servicios de Internet banda ancha ( se calcula que tienen el 20% de las conexiones domésticas en Estados Unidos), y estos servicios tienen un tope mensual de 250 gigabytes.

Sin embargo Comcast ha desarrollado un servicio de streaming, que compite abiertamente con Netflix y esta semana anunció a los consumidores que el consumo de video ofrecido por Comcast NO CUENTA contra el tope mensual. Este mecanismo perjudica al consumidor que elija a Netflix y es un ejemplo de libro de texto de como violar la neutralidad de la red, y si la FCC deja pasar esto sin una sanción ejemplar, debemos preocuparnos por el futuro de Internet. Algunas reflexiones:
  • Utilizar subsidios cruzados entre productos para lastimar a un competidor, es una muestra clara de práctica monopólica y está prohibida virtualmente en todo el mundo.
  • ¿Qué diferencia tiene, desde el punto de vista consumo de ancho de banda, una película por el hecho de ser distribuida por fuentes diversas? Es la misma película,  y la misma utilización de ancho de banda, la única diferencia es que Comcast recibe más ingresos por el mismo elemento. Eso está bien, pero tiene el problema que es a través de barreras artificiales está limitando la libertad de elección del consumidor.
  • Sobra decir, que si Comcast y sus congéneres se salen con la suya, y hacen desaparecer del mercado a Netflix y servicios similares, los que pagaríamos somos los consumidores. Veríamos un aumento de precio espeluznante.
  • Este ejemplo me parece que desnuda a la industria de telecomunicaciones, ya que simplemente buscan crear un sistema de escasez, para administrarlo con todos los trucos sucios que desarrollaron durante medio siglo.
  • En este caso, el tema central no es la defensa de Netflix, si no en realidad la viabilidad de la innovación en Internet.

Este asunto apenas está iniciando, pero estaré dándole seguimiento y reportando, ya que una vez más, el futuro de Internet está en peligro.


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