La noticia del día sin duda es la declaración del primer ministro británico David Cameron, culpando de los disturbios en las calles londinenses a las diferentes redes sociales como Facebook, Twitter y la mensajería instantánea de Blackberry (esta no es necesariamente un red social, pero ya encarrerado es muy fácil agarrar parejo). También amenazó con buscar maneras de apagarlas durante futuros disturbios.

• Si recordamos la definición de un político como aquella entidad que crea un problema donde no lo hay, el Sr. Cameron lo cumple plenamente. Los recientes disturbios ingleses tienen profundas raíces, inclusive de décadas de antigüedad y su explosión no fue por las redes sociales por sí mismas.
• Si bien las redes sociales facilitaron la comunicación entre los participantes, ante la ausencia de estas se hubieran encontrado medios para sustituirlas. No había Facebook en el mayo parisino de 1968, como tampoco lo hubo en la toma del Palacio de Invierno en 1917 y por supuesto tampoco durante la toma de la Bastilla. En cada caso los participantes se unieron a las protestas y las comunicaron con los medios disponibles en la época.
• Si bien las redes sociales pudieron haber facilitado la comunicación entre los protestantes, también ayudaron a las personas que no querían verse involucradas evitar los puntos de conflicto, así como están sirviendo para coordinar a los comités de vecinos que están limpiando sus barrios. Tratando de crear un clima de pánico que le ayude a salvar su patético pellejo político el Sr. Cameron inventa fantasmas para espantar al ciudadano de mediana edad que con todo derecho se encuentra horrorizado ante los eventos ocurridos.
• Partiendo de la lógica orwelliana de la "Guerra es la Paz" los políticos en problemas siempre están dispuestos a colgarle el sambenito a alguna moda o novedad tecnológica. Se ha culpado al rock and roll, a los juegos de video, a los cómics, a la televisión, al radio y así hasta el infinito, ya que contribuyen a crear un clima de disolución social y de ahí para adelante.
• También este comentario muestra la hipocresía de la clase gobernante en Occidente, ya que les resulta intolerable la censura china a las redes sociales y no se cansan de alabar el rol de estas en los recientes movimientos sociales en Medio Oriente. Sin embargo cuando ocurre en su propio terreno,  suspiran por la posibilidad de poder desconectar Internet y ya metidos en gastos recurrir a la censura.